Así se llamaban los loritos que tuve cuando era pequeña. El nombre se lo puso mi madre, caraqueña, y no podía ser más tropical. Se volvían locos cantando sin parar cuando mi padre trajo de Puerto Rico el disco de Juan Luis Guerra y 4:40. Su canción favorita Ójala que llueva café, que poníamos los domingos.
Me recuerdan a mi infancia.
Quiero ser "maruja", y pasarme el día cosiendo, haciendo punto, ganchillo, manualidades, cocinitas y otras "marujadas", pero sólo las hago de vez en cuando, cuando puedo, cuando tengo tiempo; casi todas para mi hija Greta, de cuatro años, que también quiere coser y hacer punto cuando me ve.

Parchita y cotoperí

lunes, 27 de septiembre de 2010

Una actividad de verano



En el baño de Abueli en Punta Umbría siempre hubo un armarito-botiquín pintado de blanco, que estaba bastante cutrecillo. Para adecentarlo, durante muchos años se le fueron añadiendo capas y capas de pintura y cuando reformaron el baño fue de cabeza a la basura. Nadie daba un duro por el armarito, pero a mí me gustaba pensé que podría arreglarlo. Mis tíos lo rescataron por expresa petición y me lo trajeron a Madrid. Ha estado varios años guardado hasta que por fin me decidí a convertir el arreglo del armario en una actividad de verano.
El decapado duró tres semanas (cada día una capa de pintura). Salió pintura blanca brillante, rosa salmón y crema tostada en múltiples capas, hasta que por fin di con la madera. Costó llegar...
Por dentro decidí empapelarlo con unos papeles japoneses que compré en una tienda oriental en Nueva York hace dos años. Y el cutre-armarito de Abueli ya tiene de nuevo personalidad propia, que unida a los, al menos, 50 años de historia en su baño, creo que se ha convertido en un mueble con "pátina" y cariño.


Materiales empleados
-Decapante líquido "Cinco aros"
-Espátulas de distintos tamaños
-Guantes
-Lana de acero
-Cera de lustrar "Lakeone"
-Papel japonés estampado a mano
-Engrudo de celulosa de empapelar
-Y mucho tiempo por delante...

No hay comentarios:

Publicar un comentario