Así se llamaban los loritos que tuve cuando era pequeña. El nombre se lo puso mi madre, caraqueña, y no podía ser más tropical. Se volvían locos cantando sin parar cuando mi padre trajo de Puerto Rico el disco de Juan Luis Guerra y 4:40. Su canción favorita Ójala que llueva café, que poníamos los domingos.
Me recuerdan a mi infancia.
Quiero ser "maruja", y pasarme el día cosiendo, haciendo punto, ganchillo, manualidades, cocinitas y otras "marujadas", pero sólo las hago de vez en cuando, cuando puedo, cuando tengo tiempo; casi todas para mi hija Greta, de cuatro años, que también quiere coser y hacer punto cuando me ve.

Parchita y cotoperí

lunes, 21 de noviembre de 2011

Te invito a un té

Un pintor que había en mi estudio, el que ahora comparto con una genial pandilla de arquitectos, ponía todos los días su tetera en el hornillo e invitaba a café a todos los currantes del lugar. Eso me han contado, yo no lo conocí, pero desde que no está, la tetera estaba en el olvido guardada en un cajón. La saqué, la limpié, y le tejí un asa agarradera de rayas de colores. Ahora soy yo la que pongo a calentar el agua e invito a todos a té: roibos, té de canela o de jazmín... ¿quíen quiere un té? ¿a que apetece con este otoño lluvioso?  

lunes, 14 de noviembre de 2011

Una casita debajo de la cama








Hace tiempo que queríamos cambiarle la cama a Greta en su cuarto. La que tenía se le estaba quedando pequeña y me hacía ilusión, de paso, hacer algunos cambios en su habitación. Tras dar muchas vueltas (en internet) con marcas de muebles para niños, y casitas/cama camas/casita... me decidí por una litera de media altura de Ikea, muy versátil y pensada para pequeños, y sobre todo mil veces más económica que todas las demás que encontré cuyos precios me parecieron absolutamente desorbitados.
Ocupando el mismo espacio que la cama, tiene debajo una casita para jugar donde hemos metido además todas las cosas de sus muñecos y unas cajoneras para guardar toda la ropa de los disfraces de forma más ordenada.
Aquí algunas de mis inspiraciones internáuticas:

Y luego claro, la "customicé" a mi estilo confeccionando unas cortinas con aplicaciones de tela y dibujos de inspiración escandinava. Utilicé retales de quilting que compré en Minnesota. Tras algunas noches bordando este fue el resultado. En los extremos y laterales coloqué por dentro cable para visillos (de ese que se compra en la ferretería, que tiene una espiral de alambre por dentro y que sirve para enroscarle alcayatas), y luego el técnico de Javier claro colocó las cortinas con grapas sujetacables de las más pequeñas (las de cable de teléfono) y una instalación de luces.

Para la puerta hice una cortina con una tela de algodón de Bangladesh y una tira de madroños a cada lado. A la ventana decidí ponerle un macetero de flores de ganchillo de colores, el marco de cinta de colores y las ventanas de piquillo.
En el suelo una alfombra de Ikea peluda, amorosa y mullidita para hacer de la casita un sitio para no querer salir.






domingo, 13 de noviembre de 2011

La cosa va de chales




Este ha sido mi primer chal de calados. "To lace" es una verdadera experiencia mística que solo puede ir "in crescendo" porque lo que apetece es aprender más y más patrones y hacer cosas cada vez más complicadas, tejer sin mirar el patrón y aprendérselo de memoria... Tanto, que hacer punto bobo resulta incluso aburrido.
El súper libro es Victorian Lace Today con maravillosos patrones, dibujos esquemáticos perfectamente explicados, puntillas para hacer los bordes...
Este naranja lo he tejido con una lana finísima, 100% alpaca de Isager que compré en Dinamarca. Se me terminó cuando todavía no había acabado el chal, así es que el resto me llegó por correo tras llamar a Charlotte Tondering para que me enviara lo que me faltaba.
"Bloquearlo" fue toda una operación. Además era la primera vez que lo hacía y no era fácil porque era muy grande. Una vez terminado de tejer todo el dibujo queda fruncido y hay que estirarlo, para ello lo primero es lavarlo (yo como siempre le incorporé suavizante del pelo o mascarilla), y una vez mojado hay que estirarlo con alfileres o clavitos o alambres (cada uno tiene su truco). Como era tan grande no podía hacerlo en la cama, así es que Javier tuvo que buscarme unos listones de madera (una de ellas de tres metros y medio) y allí clavamos una a una cada extremo de la puntilla del borde. Una vez seco, se saca y... bloqueado. La operación, aunque parece sencilla duró toda la tarde.

martes, 1 de noviembre de 2011

Chal de la media luna





Guna organizó un taller, el chal de la media luna, al que me apunté. Pensé que no lo iba a acabar nunca porque va creciendo y creciendo y al final uno tiene cientos de puntos en la aguja (hay que tejer con marcadores claro), pero... sí, me lo propuse en exclusiva (siempre tengo muchas labores empezadas a la vez) durante una temporada y al final lo conseguí. La lana, finita, de un solo cabo, 100% lana de oveja de Letonia, va cambiando de color y eso es lo que hace que el chal, que es muy sencillo de punto bobo, quede tan vistoso. La lana es rústica, con un tacto un poco áspero, pero como es muy finita, tejida con aguja gorda, pues hace que quede "esponjosa" y blandita; también ayuda lavar el chal una vez terminado y ponerle mucho suavizante del pelo... mejora notablemente y lo hace "amoroso".